Desde que tengo memoria, las palabras me acompañan y ¿cómo empecé a escribir?
No como un lujo, sino como una necesidad.
Crecí entre silencios. Silencios familiares, donde ser la hija del medio significaba esperar mi turno —uno que a veces nunca llegaba—.
Y luego, silencios sociales, en mi país natal, Venezuela, descubrí lo difícil que era expresarse libremente en un entorno donde las palabras podían volverse peligrosas.
Así fue como, muy temprano, aprendí a buscar refugio en algo que nadie podía quitarme: escribir.
Tenía apenas 12 o 14 años cuando empecé a llenar cuadernos con poemas.
Así fue como empecé a escribir y encontré refugio en la escritura.
No escribía para mostrar, escribía para poder respirar.
Para ordenar lo que sentía, para entender el mundo, para encontrarme.
Años después, comprendí que no era solo un pasatiempo.
Era una necesidad vital.
Las palabras me ayudaban a ordenar emociones, entender lo que sentía, y crear un mundo propio donde sí había lugar para mí.
Nunca pensé que aquello que hacía a escondidas se volvería uno de los pilares de mi vida.
Pero así fue.
Con el tiempo descubrí que escribir no era mi única forma de expresarme.
Me enamoré también de la pastelería, de pintar, de diseñar, de inventar.
Crear se volvió mi lenguaje natural, una manera de vivir más que una habilidad.
Lo hacía sin buscar aplausos, simplemente porque me hacía bien.
Cuando comenzar a escribir es sinónimo de libertad
Me casé joven, en una época donde muchos me decían que aún me faltaban “aventuras”.
Pero encontré en el amor algo que pocos se animan a decir en voz alta: libertad.
Mi pareja no solo fue testigo de mis procesos creativos, fue impulso, fue sostén.
Él fue quien me animó a compartir mis poemas en un blog, y luego en redes sociales.
Mostrar lo que uno crea da miedo. Pero también da vida.
Y gracias a ese paso, empecé a conectar con otras personas que, como yo, buscaban un espacio para expresarse.
Migrar, mudarse, volver a empezar
La vida me llevó lejos.
Viví en tres países, me mudé más de once veces.
Con cada nueva casa, había algo que se perdía, algo que se rompía… y muchas veces, también algo que se encontraba.
Pero no siempre fue fácil.
Recuerdo una mudanza especialmente caótica, con mi hija pequeña a cuestas.
El agotamiento, el desorden, el tiempo que se deshacía en cosas urgentes… y mi poesía que quedaba sepultada entre cajas.
Ahí supe que algo tenía que cambiar.
El caos como maestro y la organización como aliada
Empecé a probar métodos, a crear mis propias herramientas, a hacer de la organización en pareja, una forma de recuperar algo sagrado: mi tiempo.
Y funcionó.
Con los años, este método evolucionó.
Lo fui afinando con cada nuevo viaje, con cada nuevo proyecto.
Y empecé a compartirlo con otras mujeres que, como yo, se sentían abrumadas por el caos de la vida cotidiana.
Con el paso de los años, descubrí que cuando me organizo bien, tengo más libertad. Más presencia.
Más posibilidad de vivir los días con intención y calma.
De mi historia, nació una misión
Lo que en un principio fue un recurso para sobrevivir al caos, se convirtió en una misión de vida.
Vi a tantas amigas, familiares y mujeres alrededor mío enfrentando lo mismo.
La sensación de estar siempre corriendo, de no alcanzar sus propios sueños, de sentirse desconectadas de sí mismas.
Así nació mi marca. Refugio Editorial
Mis planners, mis libros, mis herramientas: todo lo que creo parte de mi experiencia real.
No son productos vacíos, son soluciones nacidas del camino que recorrí y sigo recorriendo.
Cada hoja, cada frase, cada espacio está pensado para ayudarte a hacer espacio en tu vida.
Porque sí: escribir puede sanar.
Organizarse puede liberar.
Y tu historia merece ser contada con tiempo y con alma.
Para ti, para tus seres queridos, tus proyectos y tu alma.

Crear para reconectar
Hoy escribo no solo para mí, sino para quienes necesitan volver a escucharse.
Creo para invitarte a crear.
Y comparto porque sé que, al hacerlo, multiplicamos la libertad.
Porque escribir, planear y crear no se trata de tener la vida perfecta.
Y quiero ayudarte a que también sea el tuyo.
“Del caos a la creación, de los viajes al papel: mi camino como poeta fue también mi camino de regreso a mí misma.”
Se trata de vivir con intención.
De volver al papel cuando todo parece desordenado.
De encontrar, entre ideas y rutinas, ese hilo que nos recuerda quiénes somos.
Y sobre todo, de no olvidar que siempre hay tiempo para empezar otra vez.
Que siempre hay una hoja en blanco esperando por vos.