Las palabras…, queman mi garganta, queman mi recuerdos, queman mis manos.
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Las palabras…, queman mi garganta, queman mi recuerdos, queman mis manos.
Un sabio maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que se declaraban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando éste se apaga en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.
Ternura a flor de piel, espera de llamadas, canciones, alegría, llanto, suspiros.
Nuestros brazos nacieron para acunar. Nuestras manos para alimentar, cuidar, curar, acariciar, arreglar, abofetear.
Retumbaban en mis oídos, atravesaban mi corazón, sentía vacío al escucharlas, lágrimas, temblor y dolor.
Tierra querida, con olor a café, brisa fría, amores lejanos.